A veces pensamos que para tener un gesto bonito con alguien necesitamos invertir mucho tiempo, dinero o esfuerzo. Que un regalo debe impresionar, sorprender, destacar. Pero con los años, (y sobre todo desde que soy mamá y tengo este pequeño rincón creativo llamado Kit Kirany ), he aprendido que lo más valioso de un detalle no es nada de eso, sino en lo significativo, en lo que transmite.
Y es que… ¿Cuántas veces un gesto pequeño ha tenido un impacto enorme en tu día?
Una nota inesperada, una flor silvestre encontrada en el camino, un dibujo/garabato hecho con amor, un mensaje que llega justo cuando más lo necesitas... Esos detalles, que parecen diminutos, tienen el poder de tocar el corazón. Y lo hacen porque llevan algo que no se compra en tiendas: intención, emoción, presencia.
Los detalles que dejan huella...
En estas semanas, muchas familias (como la mía) están pensando en tener un detalle con los profes que han acompañado a sus pequeños durante el curso. Es algo que veo cada año, y aunque hay quien lo vive como una “obligación” o una “moda”, a mí me gusta pensar que es una oportunidad.
Una oportunidad de dar las gracias, de reconocer, de mirar a los ojos (aunque sea con un paquetito entre las manos) y decir: “Gracias por cuidar de lo que más quiero”.
Porque los detalles no son solo objetos. Son mensajes. Son pequeñas cápsulas de gratitud, de cariño, de reconocimiento. Y no necesitan ser caros ni espectaculares. A veces, cuanto más sencillos, más auténticos son.
Este año he querido preparar algunos detalles pensados especialmente para profes, porque muchas veces nos cuesta encontrar algo que diga “gracias” sin caer en lo típico. Pero más allá del producto en sí, lo que intento transmitir con cada uno es esa emoción que sé que muchos papás y mamás sienten, pero que a veces no encuentran cómo expresar.

Y si me lo preguntas… no, no hace falta comprar nada para agradecer. Puedes escribir una carta, hacer un dibujo con tus hijos, preparar una receta casera,... Lo importante es lo que hay detrás.
Ahora bien, si decides regalar algo hecho a mano, diseñado con cariño y con materiales elegidos con mimo, también estás apoyando a alguien que pone el corazón en lo que hace. Y eso, para mí, tiene también un valor doble: el detalle no solo emociona a quien lo recibe, sino que ayuda a alguien que trabaja con pasión a seguir creando.